Un beso...

Un beso, solo un beso, suplico él mientras acariciaba con delicadeza su rostro. Ella suspiró, sus gestos negaban lo que realmente ansiaba su corazón, sus más ocultos deseos, desacerse en un beso enterno, entregarse al amor. 

Fue incapaz de faltar a su honra, incapaz de dejarse llevar, incapaz de sucumbir a la locura de un amor prohibido, de un amor loco, de un amor irracional.

Cuánto le dolió ese beso, cuando el férretro de su amado vio pasar por debajo de su balcón, cuanto le dolió aquel beso que jamás se hizo ralidad, que no pudo, nisiquiera, llegarse a materializar.

Isabel se desplomó en los brazos de Diego, después de entregarle el beso que le había negado en vida. Teruel se desizo en lágrimas, y lloró el cielo, y lloró el alba, lloranron las estrellas, y los pájaros gimieron y el viento se tornó lastimero, a cada ricón de la villa llegó el eco del beso maldito que les robó la vida.


Solo hayaron consuelo, aquellos que comprendieron que su amor no pertenecía a este mundo.  




"Su amor no pertenecía a este mundo"

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