¿Amor?
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Relato
·
Publicado por
Juana
en
3.12.15
Un día el amor ya no dejará marcas, un día volverás a ser libre, un día, tal vez cercano, tu alma volverá a ser solo tuya.
Ella creyó que era amor, pensó que la incertidumbre de como será hoy con ella, era amor. Pensó que las palabras bonitas después de una dura discursión en la que la humillación, y los insultos la hacían llorar, era amor. Pensó que el sexo en cualquier momento y lugar era amor. Pensó que esa mezcla de desorientación, dolor, angustia y desconcierto, era amor.
¿Pensó? creo que todavía lo piensa y que en silencio espera que él vuelva y la ayude a permanecer a su lado, porque sin ella no es nada.No es nada sin la sensación de que es suya, sin la sensación de que le pertenece y haga lo que haga diga lo que diga sabe que volverá, porque le ha dicho que jamás será felíz con otro hombre, porque la ha convertido en una sombra de lo que era, porque ella no es si él y él no es sin ella.
Y así se justifica el amor, no puedo ser sin ti, pero me da igual si logro hacerte feliz, o si me tienes miedo o si te sientes sola, porque sabes que no puedes ser sin mi y eso es lo que importa, mañana iré a verte y te dedicaré una seductora sonrisa y tras varias palabras bonitas, y abrazo, volverás a ser mía.
"Ella no es si él y él no es sin ella"
El mar
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Relato
·
Publicado por
Juana
en
19.2.15
Una brisa cálida
acariciaba su pálida piel, los rayos de sol la bañaban con
delicadeza, el aire olía a sal el ambiente era salado, se sentó en
la arena blanca a pensar. Y recordó aquellos tiempos pasados en los
que había sido alguien importante, en los que se había sentido
querida y valorada, en esos años que habían supuesto su verdadera
destrucción.
Ahora ya no
consumía, hacía casi dos años que había dejado de pincharse y
aunque a veces la necesidad de evadirse del mundo era más fuerte que
su propia voluntad, sabía que jamás sería capaz de volver a
hacerlo.
NUNCA MÁS, se decía
mientras abrazaba su cuerpo y dos lágrimas secas recorría su
blanquecino rostro, no sabía exactamente por qué lloraba, no era de
alegría, pero tampoco de tristeza, algunas veces somos incapaces de
describir lo que sentimos, algunas veces lloramos de felicidad, otras
veces reímos por no llorar, es tan compleja nuestra mente que ni
siquiera somos capaces de justificarnos a nosotros mismos, que no
somos capaces de explicar lo que sentimos.
Ahora se encontraba
allí frente al mar y se sentía tan insignificante, que hasta una
leve brisa podría derrumbarla y destrozarla por completo. Se lo
había prometido a él “Prométeme que cuando te encuentres a ti
misma, cuando estés en paz con tu yo interior, irás a ver el mar y
dejarás que las olas acaricien tu cuerpo y la sal seque tus heridas”
. No se había encontrado a si misma, no se encontraba en paz con su
yo interior, pero estaba convencida que eso jamás pasaría, el mar
no iba a acariciar su cuerpo, ni la sal secaría sus heridas. Aquella
mañana se levantó y supo que era el momento de cumplir su promesa,
y salió de casa con ganas de encontrarse con el horizonte.
Llegó el atardecer
y seguía ahí, totalmente inmóvil mientras se acercaba el
crepúsculo y el color naranja del cielo se extendía por cada
rincón, no pensaba moverse, al menos no por el momento, sentía una
paz que hacía mucho tiempo que anhelaba, quizás estaba empezando a
encontrarse, sonrió y observó como el sol se fundía con el mar,
sumiendo la playa en una noche oscura y profunda.
“Prométeme que cuando te encuentres a ti misma, cuando estés en paz con tu yo interior, irás a ver el mar y dejarás que las olas acaricien tu cuerpo y la sal seque tus heridas”
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