KRONOS.
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·
Publicado por
Juana
en
16.3.14
Los
pájaros no se movían, el viento no soplaba, el tráfico no
circulaba, ni siquiera las diminutas hormigas transportaban su comida
al hormiguero para poder sobrevivir al duro invierno, las gotas de
rocío se detuvieron inertes en la verde hierba, el silencio lo
envolvía todo, recorría cada rincón de la ciudad, un silencio
imposible de describir, ese tipo de silencio que te permite oír de
manera clara los latidos de tu corazón, un silencio aterrador, ni
un solo ruido, ni una voz , ni una respiración, tan solo yo y el
tiempo.
No
recuerdo para que lo había hecho esta vez, seguramente para
asegurarme de que todavía poseía aquel don, las clases son largas y
para mí el tiempo es infinito. Desde hace ya algunos meses no sé
cuantos exactamente, cuando puedes conseguir que un día dure como
si fueran cinco, y que una hora no acabe nunca, el tiempo ya no
tiene valor, no vives preocupado como el resto de los mortales, te
desprendes del reloj y del calendario, los días, las horas, los
meses, los años no te importan, te son indiferentes, solo importas
tú y tus objetivos. Como iba diciendo, desde hace ya unos meses
poseo un extraordinario don al que yo llamo "Kronos", que
me permite detener el tiempo, pararlo a mi antojo, hacer con él lo
que me venga en gana, yo soy su dueño.
No
sé como ocurrió la primera vez , ni tampoco el por qué, pero lo
cierto es que me ha sido muy útil, desde que aprendí a usarlo soy
el primero de la clase, jamás he llegado tarde a ninguna cita, he
podido huir de todas las situaciones embarazosas o peligrosas que me
han ocurrido, ¡Ah! y muy importante puedo entrar en cualquier
sitio en cualquier momento.
Al
principio lo usaba sobre todo para copiar en los exámenes, era muy
fácil yo detenía el tiempo una vez que el profesor repartía los
exámenes, sacaba los apuntes de la cartera y disponía de toda la
mañana para bordar el examen después volvía a dejar el tiempo
correr y hacia como si escribía durante todo el examen, mis notas
mejoraron notablemente, aunque por suerte antes de que todo esto
llegará a mí, mis calificaciones eran bastantes buenas, hubiera
sido muy sospechoso que un alumno de suficientes de repente comenzara
a sacar dieces de la noche a la mañana, nadie lo hubiera creído y
tal vez alguien hubiese descubierto mi “Kronos”. Más tarde me dí
cuenta de que también podía sacarle partido de otras formas, pues
me permitía escabullirme de algún lío, una vez mientras caminaba
por uno de los peores barrios de la ciudad un maleante salió de
entre las sombras pidiéndome que le diera todo el dinero que tenía
y esas cosas que te dicen cuando te atracan, yo utilice mi “Kronos”
y me escapé de allí, una vez que ya me encontraba en la puerta de
mi casa, deje que todo volviera a la normalidad, aunque no me gusta
usarlo de esta manera, no es nada discreta, y si algo requiere este
tipo de don es discreción. Poco a poco descubrí la cantidad de
caminos que me abría “Kronos”, de todas las posibilidades que
tenía, no existían limites, no había barreras, ni horizontes, el
tiempo había desaparecido.
De
vez en cuando utilizaba el “Kronos” solo para ver si seguía
funcionando, uno de mis mayores miedos era perderlo. Perdía la vista
en el horizonte hasta que la visión se nublaba, entonces mi pulso se
aceleraba y mis manos comenzaban a sudar, una presión taponaba mis
odios y entonces todo se detenía.
Y
de repente pasó, no sé cómo exactamente, quizás estaba cansado,
quizás “Kronos” puede desgastarse al igual que la ropa, o
romperse o estropearse, quizás funciona igual que los nuevos
aparatos electrónicos cuya obsolescencia es programada, no lo sé,
el caso es que no puedo volver atrás, no soy capaz de volverlo a
hacer funcionar, mi don ha desaparecido y ahora nada se mueve, el
tiempo se ha detenido conmigo dentro de él como un espectro. Las
calles están repletas de gente y sin embargo están vacías, no se
oye bullicio, la ciudad no tiene alma, las personas, los coches, los
animales, los árboles, los edificios, los semáforos son las
entrañas inertes de un gigante muerto, yo vago solo, sin rumbo, y
la más profunda oscuridad me envuelve.
He
decido escribir mi historia dejar rastro de mi existencia,
seguramente para subsanar mi culpa, no sé qué será del mundo, no
sé si fuera de esta barrera temporal que nunca he llegado a entender
del todo, si fuera de este universo paralelo en el que antes era el
rey, la vida continúa, si las personas ahora inmóviles de mi
alrededor siguen haciendo su vida, no lo sé, pero mi interior espera
que sí, aunque una parte muy pequeña de mi razón me dice que no
es así.
Tengo
miedo, y mi paranoia no deja de crecer cada segundo que pasa, el
silencio me aterra más que cualquier ruido, me siento tan solo. Hace
una semana mientras dormía en una lujosa cama, en una de las casas
más grandes de toda la ciudad, me pareció oír algo en la calle y
el miedo se apoderó de mi y de todas mis articulaciones, sudores
fríos resbalaban por mi espalda, ¿Cómo es posible? Pensé, y fue
entonces cuando lo vi claro, “Kronos” llegó a mi de casualidad,
sin ningún criterio yo no hice nada para merecerlo, ni tampoco me
pasó nada increíble que me proporcionara tal don, simplemente la
suerte o el azar lo trajo hasta a mi, si es así, ¿Acaso no podía
haber acudido “Kronos” a otras personas de igual manera que a mí?
¿Es posible que exista alguien más con este don? Y esa persona ,
¿Está aquí?¿Se ha quedado atrapada? ¿Querrá matarme?
Ahora
no doy un paso sin sentir unos ojos clavados en mi nunca, sin pensar
que alguien me observa, que quiere verme muerto, hace más de tres
días que no como nada, creo que me estoy volviendo loco, los
recuerdos de días mejores se apoderan de mi y ya no puedo seguir
caminado, me siento en un banco a mi lado hay un muchacho con gafas,
lleva un móvil de última generación en la mano, parece que estaba
mandado un mensaje a su novia, “Ahora nos vemos, te quiero”, de
repente me empiezo a reír no se muy bien por qué, pero no puedo
parar, río y río, “ahora” ese ahora nunca llegó, igual que no
llegará jamás el mañana, no existe ni el presente, ni el futuro.
Me levanto del banco y me alejo, entro en una comisaría y me siento
en una especie de sala de espera, enfrente de mi y tras una mesa de
madera un policía llamado Luis me mira desde su silla con cara de
pocos amigos, yo también lo miro pero lo que realmente me llama la
atención es su pistola, me levanto de la silla, me acerco
sigilosamente a él y se la arrebato, me siento en la misma silla que
estaba antes y me dispongo a inspeccionarla, parece una Beretta 92 y
está cargada, es de color plata y la verdad es que pesa más de lo
que esperaba, la miro y una sonrisita irónica aparece en mi rostro,
“creo que mi sufrimiento a ha acabado” me digo, mi único
consuelo es que nadie escuchará el disparo, nadie oirá como se
desploma mi cuerpo inerte.
" Ese ahora nunca llegó,
igual que no llegará jamás el mañana,
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