El ingenioso caballero D. Quijote de la Mancha, otra vez...
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Publicado por
Juana
en
7.4.14
Esta
es una historia de aventuras, emoción, acción y sobre todo
misterio, pero creo que es justo situaros, mi amado
lector, en el tiempo que transcurre la historia, pues sino podrías
veros hechos un lío y no disfrutarías de lo que esta ofrece.
Pues
bien, la historia comienza con un trágico final, el de nuestro amado
Don Quijote, que tras recuperar la cordura, fue enterrado en el
campo santo más cercano a la aldea en la que vivía junto a
sus familiares y amigos, todos lloraron su perdida y no solo
aquellos más cercanos a nuestro héroe sino también los que
conocían sus extraordinarias aventuras.
Pero
esta historia comienza dos días más tarde de que Alonso Quijano
yaciera bajo tierra.
Se
encontraba Sancho durmiendo junto a sus esposa en una cama ,ni muy
lujosa ,ni muy ruinosa, pero que cumplía su función
como tal, que era lo que interesaba. Cuando un ruido lo sacó de su
apacible sueño, Sancho se quedó despierto boca arriba en la
cama ,con los cinco sentidos alerta, el ruido volvió a escucharse, Sancho se estremeció y se escondió en el único sitio seguro de
toda la casa, donde todos nos hemos escondido alguna vez cuando hemos
sentido miedo, bajo las sábanas, pues por todos es
sabido que nuestro amigo Sancho no se caracterizaba por su valentía . Cuando el ruido se volvió a escuchar Sancho dijo con voz
temblorosa…
-Mujer,
paréceme que estoy oyendo ruidos abajo… ¿Por qué no bajas? que
igual son los pollinos que quieren algo de comer.
-Ea,
pues si tan seguro estas de que son los pollinos, baja tú y dales
algo.-Se impuso la mujer de Sancho.
-Pero…
es que… estoy muy cansado de tanto trabajar la tierra, mejor
despierta al chico y que baje que no hace na en todo el
día-dijo Sancho con tono de escusa.
-Anda,
voy a despertar al chico a estas horas, ¡arrea a ver que es ese ruido
ahora mismo o duermes en la calle!- Dijo ella muy cabreada, se conoce
que se trataba de una mujer con carácter, y el pobre Sancho no se
atrevió ni a pestañear, bajo cabizbajo y atemorizado las
escaleras, el miedo hacía que su pulso se acelerara y sudaba y
temblaba pues, sumida la casa en la oscuridad de la noche nada se
distinguía y cualquier sombra aterraba incluso al más pintado.
El
ruido continuaba oyéndose, Sancho continuó con paso firme,
más o menos, hasta la cocina allí el ruido se
intensificaba, una vez allí y serenándose un poco se dio cuenta de
que lo que en realidad pasaba era que llamaban a la puerta.
“¿Quién
será a estas horas? Sea quien sea es un impaciente, ¿no sabe
esperar a mañana?, y seguro que tampoco sabe que la paciencia es la
mayor de las virtudes” absorto en sus pensamientos, Sancho fue a abrir
la puerta dispuesto a matar a quien lo había despertado a esas horas
de la madrugada y había echo que tuviera que cambiarse
de pantalones, pues esos habían quedado inservibles, pero… no
puedes matar a quien ya está muerto.
-¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaah!!!-gritó Sancho tras abrir la puerta y descubrir a su fabuloso invitado, y
llevado por un acto reflejo cogió la olla de hacer cocido y se la
puso en la cabeza para protegerse, se supone, suerte que estaba vacía, el que se encontraba en la puerta parecía un hombre bastante seco
de carnes, y bastante alto, llevaba puesta una capucha negra
que le cubría el rostro .
-Sancho
amigo, deja la olla que vais a matar a vuestra esposa de un
disgusto si la rompéis que es de las buenas, de las de antaño, ya
no se hacen ollas como estas –dijo aquel hombre, que parecía
conocerlo muy bien.
-¿Qu…quién
sois?- preguntó Sancho aún con la olla en la cabeza.
-Pero
Sancho, pues vaya escudero estáis hecho que ni reconocéis a
vuestro amo con el que tantas aventuras habéis vivido -dijo el hombre
con un tono que presentaba molestia y acto seguido se quito la
capucha.
-¡Canalla!
¿Os parece bien venir a reíros de un hombre y a burlaos de su
dolor? No podéis ser Alonso Quijano porque él se encuentra ya bajo
tierra y me disculparéis pero el muerto al hoyo y el vivo al bollo, así que ya se esta marchado a casa que esta broma no da gracia a
nadie- dijo Sancho tan enfadado que jamás lo habían visto de esa
manera ni los que mejor lo conocen, pues cuando le tocaban el
tema de su vecino y amigo muerto, saltaba cual tigre
sobre su presa.
-Sancho
anda quitaos la olla de la cabeza y miradme a los ojos- dijo el hombre
con tono cansado.
Sancho
obedeció porque tenía sueño y la verdad que la olla pesaba
en la cabeza.
-¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!-volvió
a gritar Sancho al quitarse su peculiar sombrero-Pero mi señor si
estáis mu…muerto - el pulso de sancho se aceleraba por
momentos y sudaba cual fuente de una plaza en verano.
-Si, así es amigo, pero no se por que extraña razón no consigo
alcanzar la vida eterna…-explicó este a su amigo.
-No
creo que por venir a visitarme a altas horas de la mañana y darme un
susto de muerte logréis alcanzarla mi señor, pero no me
hagáis mucho caso que yo no se de estas cosas…-se explicó Sancho
muy confundido y aterrado.
-No
tengas miedo amigo Sancho, vengo a encomendaos una misión…-comenzó
a explicar
-¿Encomendarme
una misión? Sin duda no hay motivo para tener miedo….-dijo Sancho
rebosando ironía cual la misma fuente de la misma plaza en el mismo
verano.
-Así
es Sancho, os lo explicaré he tenido una vida plena entre mis
familiares y amigos pero cuando realmente me sentí yo mismo
fue, en el tiempo que fui el caballero de la triste figura, pero
siento que fracasé como tal, pues no logré vencer a mi mayor
enemigo, el caballero de la blanca Luna, vuestra misión amigo Sancho
es vengar mi muerte –dijo orgulloso de sus palabras y dando a
estas últimas mayor énfasis, se cruzó de brazos y sonrío
satisfecho.
-Pero
mi señor el caballero de la blanca Luna era en realidad,un vecino
del pueblo, el bachiller Sansón Carrasco-explicó Sancho al fantasma
que se encontraba a su lado.
-Te
equivocas amigo, eso es lo que nos han hecho creer para que
recuperará la cordura pero yo sé que ese caballero existe y debo
vengarme, pero como me encuentro ahora con que soy un ser
incorpóreo no creo que pueda cumplir mi destino, y como habéis
sido mi mejor compañero, amigo y escudero, debéis
hacerlo por mi, nada más os pido, es mi ultima voluntad.
Tras
varias deliberaciones y sin saber muy bien porque Sancho se
encontraba camino de Barcelona, como le había indicado nuestro amigo
muerto, en compañía de su hijo al cual no le hacía ninguna gracia
eso de irse de viaje, bueno no le hacía gracia lo de caminar
en general, a la que no le hizo nada de gracia este viaje fue a
la esposa de Sancho, el cual no le explicó muy claramente sus
motivos para irse, pues pensaría que su marido esta como una
cabra.
En
resumidas cuentas ahí tenemos al escudero más famoso de la historia, con su primogénito, camino de Barcelona, en busca de un caballero que
no existe, porque el fantasma de un loco se lo ha pedido como última
voluntad. Tiene sentido.
En
esto iba Sancho junto Sanchico, que tampoco tenía muy clara la
razón del viaje, cuando la sed empezó a hacer acto de
presencia.
-Padre
tengo más sed que un tonto, ¿me pasa la bota?-dijo el hijo de
Sancho.
-Hijo
se nos ha acabado el agua-dijo Sancho sosteniendo la bota abierta
sobre su cara.
Sanchico
miró hacia delante y a lo lejos casi al final del camino divisó lo
que parecían unas jovenzuelas dando un paseo.
-Quizás
esas tengan algo de agua-dijo señalando en esa dirección,
dirigiéndose a su padre que había desenroscado el tapón de la bota
,por si se había quedado alguna gota escondida dentro.
A los
diez minutos escasos se encontraban junto a las mozas que descansaban
a un lado del camino tumbadas en la hierba.
-Disculpad,
¿no tendréis algo de agua? que nos hemos quedado sin ella y aun nos
queda un largo viaje.-pregunto sancho.
-Pos,
algo nos queda pero beber solo una miaja que nosotras aun tenemos que
volver.-respondió la que parecía más mayor de todas.
Cuando
Sancho se disponía a beber notó como una corriente fría en la
espalda se giró…
-Sancho,
no…-dijo el fantasma de nuestro caballero preferido, Sancho dio un
respingo y tiró toda el agua sin haber probado gota, las
jovenzuelas se les quedaron mirando con cara de pocos amigos.
-Pero será torpe el tío este ¿quiere decirnos como vamos a volver sin
agua?, eso nos pasa por buena gente –dijo la que parecía
la mayor muy enfadada, tanto que Sancho no supo que contestar y a lo
que se quiso dar cuenta estaban corriendo y las mozas persiguiéndolos
con palos, gritando cosas que no alcanzaba a entender, cuando
por fin consiguieron dejarlas atrás, gracias a ir montados en burro
el fantasma le dijo a Sancho.
-Muy
bien Sancho, pensé que no te darías cuenta.
-Darme
cuenta ¿de que?-pregunto sancho jadeando.
-¿Qué
dice?-preguntó su hijo más cansado que él y más confuso también.
-De
que eran unas malvadas hechiceras enviadas por el mismísimo
caballero de la Blanca Luna y que ese brebaje era para que os
durmierais para siempre-explicó el fantasma muy seguro de sus
palabras.
-No
eran unas hechiceras eran nuestro recurso para obtener
agua-dijo Sancho, cabreado, sediento y cansado en ese orden.
-Pues
claro que no eran hechiceras ¿Qué dice? ¿Se encuentra bien padre?
¿Quiere que paremos a descansar?-pregunto Sanchico preocupado por la
salud mental de su padre.
-¡No!
No debéis parar, pues vaya escudero te has buscado Sancho, es un
vago.-dijo Quijote señalando a Sanchico.
-Dímelo
a mi en casa nunca ayuda en el campo se pasa todo el día sin hacer
na- corroborando la obsrevación.
-Pero
si yo no le he dicho eso…-Sanchico estaba ya desesperado.
-Sancho él no puede verme, así que contestad a sus preguntas o se volverá
loco.-dijo Quijote harto de la conversación de besugos que estaban
llevando
Sancho
siguió el consejo de Quijote y le dijo a su hijo que debían buscar
un sitio para dormir, también le contó el motivo de su viaje
pero ahorrándose la historia del fantasma, inventándose que la
había decidido de “motu propio”, lo cuál aun resultaba más
extraño, ya que todos sabían quien era el caballero de la
Blanca Luna.
Caminando
largo tiempo llegaron a una posada a mitad de camino hacia Barcelona,
allí decidieron pasar la noche. Cuando Sancho anunció a su hijo que
si no encontraban al caballero que buscaban en Barcelona, viajarían
a Andalucía (idea del fantasma, pensó que quizás había ido allí
refugiándose del frío que empezaba a hacer en el norte) este
comenzó a marearse, sus conocimientos de geografía eran escasos, pero lo que si que sabía es que ambos sitios no estaban cerca, más bien bastante lejos, y él ya estaba muerto de cansancio
y solo llevaban un día de viaje, quería volver a la aldea y
sentarse en la hierba, contemplar los pájaros , los animalillos, las
zagalillas que pasaban y no estar todo el día andando sin agua, para
nada así que le vino una brillante idea la cabeza, a escondidas de
su padre buscó aun hombre que supiera escribir en la posada y
pagándole una pequeña suma de dinero comenzó a dictarle:
“Estimado
vecino Sansón Carrasco, escribo para pedir a vuestra merced un
gran favor, mí padre supongo yo que por la muerte de su amigo
y vecino Alonso Quijano hace pocos días, se ha vuelto loco como su
difunto amigo y pretende vengar su muerte luchando contra el
caballero de la Blanca Luna, es decir, vuestra merced, el favor
que quería yo pediros es que vinieras aquí a la posada en la que
nos encontramos y os dejéis vencer por mi padre para que
podamos volver a casa, os suplico que lo hagáis ,pues la locura de
mi padre llega tal extremo que quiere ir a Andalucía a buscaos y me
temo que si viajamos tan lejos no podamos regresar, por falta de
comida y agua, por favor venir a ayudar a mi padre, os esperaré
tres días en la posada si al tercero no aparecéis entenderé que
nos habéis abandonado a nuestra suerte ,nos encontramos en la posada
de Juanita, preguntad por el camino
Con
desesperación vuestro cansado vecino Sanchico”
"Ahí tenemos al escudero más famoso de la historia con su primogénito,
camino a Barcelona, en busca de un caballero que no existe,
porque el fantasma de un loco se lo ha pedido como última voluntad"
Tras
enviar la carta Sanchico dijo a su padre que había oído a un
trabajador de la posada que el caballero de la Blanca Luna podía
venir esa semana a la posada pues era cliente habitual, y propuso
quedarse allí tres días por si aparecía, Sancho estuvo de acuerdo
con su hijo.
Aquella
noche mientras Sanchico dormía, Sancho miraba por la ventana de la
posada, pensativo, en esto apareció nuestro amigo Don Quijote.
-¿Qué
os sucede Sancho no podéis dormir?-pregunto preocupado por su amigo.
-Pues
la verdad es que tengo, una intriga en la cabeza que no me deja pegar
ojo-respondió Sancho pensativo.
-Contadme
amigo Sancho os ayudaré en aquello que me sea posible-dijo don
Quijote muy interesado en lo que a su escudero pudiera pasarle.
-Pues
veréis mi señor lo cierto es que quería preguntaos…-hizo una
pausa y miró a su amigo muerto a los ojos-¿duele morir?-dijo Sancho
con un tono muy melancólico -¿Qué se siente?.
-Nada-dijo
el fantasma sin vacilar-cuando mueres no sientes nada.
-Verá mi señor ya se que yo no soy muy valiente y quizás esto le resulte
ridículo pero…tengo miedo a la muerte-dijo sancho abriendo
completamente su corazón y haciendo aflorar sus sentimientos más
profundos.
-Y
haces bien Sancho, la muerte produce temor ,la muerte se lo lleva
todo, es como el fuego que arrasa el monte en verano, es la que nos
arrebata a los que más queremos y la que nos encuentra incluso en el
fin del mundo, quien no teme a la muerte no esta realmente vivo.
Nuestros
amigos pasaron hablando horas y horas hasta que despuntó el alba.
Los
días en la posada trascurrieron tranquilos, Sanchico no dejaba de
observar el horizonte a ver si aparecía su Mesías, Don
Quijote aparecía de vez en cuando dando unos sustos de muerte a
Sancho y entre partida y partida de dominó padre e hijo, se
pasaba el día volando.
Al
atardecer del tercer día montado en un caballo negro, una figura se
despuntaba a lo lejos, cuando Sanchico lo vio casi lloró de alegría.
-He
venido a buscar un tal Sancho Panza de la Mancha, que dice
que quería enfrentarse a mí por venganza-dijo el caballero montado
en el caballo negro.
-Yo
soy-respondió sancho.
-Muy
bien pues empecemos el combate-dijo el caballero con voz cansada como
deseando acabar.
Y así
era, el combate apenas duró unos minutos pues Sancho enseguida
venció al temible caballero de la Blanca Luna y este se fue por
donde había venido.
Como
ya habían pagado la Noche en la posada decidieron quedarse y
regresar por la mañana.
-Enhorabuena
amigo Sancho, esta claro que el alumno ha superado al maestro habéis
vengado mi muerte y os estoy muy agradecido.-felicitó don Quijote.
-No
ha sido para tanto mi señor, para mí que el caballero ha perdido
facultades en este tiempo-se disculpó Sancho con modestia.
-Sancho,
amigo debo irme-dijo don quijote muy serio-y me temo que para no
volver-dijo don Quijote y a Sancho le pareció que la voz se le
quebraba.
-Pero
mi señor no podéis iros ahora que nos hemos vuelto a juntar-dijo
Sancho intentando aguantar el llanto-¿Y si seguimos nuestro plan de
vestirnos de pastores?
-Lo
siento Sancho pero la muerte no espera, no te preocupes por mi estaré
bien, y siempre te recordare como mi mejor y único amigo, me alegro
de haber tenido una segunda oportunidad para conocerte Sancho aunque
haya sido breve –y diciendo esto se desvaneció cual humo pero con
una sonrisa en el rostro.
Sanchico
dormía soñando con el duro camino de vuelta a casa y Sancho lloraba
como aquella fuente de aquella plaza en aquel verano.
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